sábado, 6 de septiembre de 2008

Historias vecinas



Acto I:
Un hombre camina por la calle, salió a respirar un poco de aire, luego de estar resolviendo problemas matemáticos durante toda la tarde. Hace frío y el comercio está cerrando sus puertas. Se detiene al frente de una tienda de antigüedades y ve una cajita de música con una bailarina girando en el centro, inmediatamente piensa en su madre. Su madre alta y esbelta, frustrada bailarina. Entra al lugar y compra la vieja caja de música, le da cuerda y mientras ve el monótono movimiento de la bailarina, recuerda la alegría y vitalidad de su madre antes que la locura hiciera estragos en ella y la llevara al suicidio. El hombre siente un escalofrío y sale de la tienda.

Acto II:
Una mujer llega a su departamento, luego de trabajar todo el día, abre la nevera y no encuentra más que el vacío de las bolsas desordenadas. Sale a buscar una pizza y unas cervezas. En su recorrido pasa al lado de un hombre que está parado afuera de un bazar de antigüedades. Entra a la pizzería que está al frente y ordena una pizza con mucho queso y aceitunas, se sienta a esperar su pedido y desde la ventana observa al hombre en la tienda darle cuerda a la cajita de música. La algarabía de unos comensales eufóricos por el triunfo de su equipo de fútbol le distraen la mirada. Y cuando vuelve la vista a la tienda, ya el hombre ha salido.

Acto III:
Una vieja miserable sentada en la acera pide limosna a todo aquel que pase a su lado. Bendice a los que le dan una moneda y maldice a aquellos que pasan con indiferencia. Un hombre se le acerca, la mira, sin lástima, sin interés, sin piedad, y saca del bolsillo de su gabán una gastada caja de música, se la entrega a la vieja que lo mira extrañada. Sobre sus manos toscas y maltratadas, la bailarina comienza a girar pausadamente. La anciana sonríe ante la elegante pose de la muñequita.

Acto IV:
El servicio de la mesa ocho está listo, dice el cajero. Un joven con sonrisa Mac Donalds se acerca a la mesa donde está la mujer esperando su pedido, la mujer paga y sale a la calle. Llega al edificio, llama al reumático ascensor y este como siempre no funciona, maldice y sube las escaleras, abre apresuradamente la puerta, pues el teléfono está reventándose. No llega a tiempo para responder, sólo puede oír el mensaje dejado en la contestadora: Hola amor, quiero verte, necesitamos hablar. Prometo no volver a golpearte. Estoy abajo del edificio, asómate al balcón. Descuelga el teléfono, abre la caja de la pizza y la lata de cerveza, algunas aceitunas ruedan por el piso mientras la mujer camina sigilosa hacia el balcón y se asoma furtivamente para evitar que la vea el hombre del jeep verde. El hombre que fuma neuróticamente y observa distraído a un hombre de gabán beige que pasa a su lado y se introduce en el edificio del frente.

Acto V:
El matemático sube seis pisos y llega a su departamento. La gota de agua que sale de una de las llaves dañadas ha inundado el caótico lugar. Su escritorio está invadido por fórmulas matemáticas inconclusas, desde el espejo lo observa la fotografía rota y remendada de una mujer. Invadido por la inundación se recoge en el sillón y pone el mismo disco atormentado de siempre. Se sienta al frente de la fotografía y recuerda la alegre tarde en que la tomó, fue en un parque y ella estaba vestida de azul. Pero también recuerda la tarde que lo abandonó, argumentando que estaba harta de la precariedad en que vivían y de su improductivo y abstracto pensamiento matemático. Desde ese día no volvió a pagar las cuentas, que se reproducían desconsideradamente, esparcidas por todo el lugar.
Ahora toma una pistolita de agua y dispara contra la fotografía.

Acto VI:
La mujer se había quedado dormida frente al televisor, el ruido impertinente de una bocina furiosa la despertó abruptamente. Sabía que era él. Cerró la puerta con llave, asustada por el estado demencial del hombre. Abajo, él mismo discutía con el conserje para que lo dejara subir. El conserje se vio obligado en llamar a la policía. Ésta llegó dispuesta a llevárselo por perturbaciones del orden público.
Aterrada, la mujer se arrinconó en su cuarto.

Acto VII:
Obsesionado por la idea de otra dimensión, el matemático tomó su cuaderno de notas, dibujó un moebius y escribió: Estoy convencido que el otro lado existe. Se asomó al balcón, sonrió, tomó aire y se lanzó. En su habitación la música siguió sonando y la gota de agua cayendo.

Acto VIII:
Cuando los policías se disponían a meter al hombre esposado a la patrulla, vieron estremecidos, un cuerpo en caída libre desde un sexto piso. Inmediatamente se produjo el tumulto público. Las fuerzas de seguridad trataron de despejar el lugar de curiosos.
La mujer baja corriendo las escaleras, mira con ojos de desprecio al hombre apresado. Luego se acerca al cuerpo sin vida y reconoce al hombre de la cajita de música. Se aleja perturbada. La patrulla pasa a su lado y el hombre del asiento trasero la mira con ojos suplicantes de perdón. Ella pasa invisible entre los curiosos, se mete en su departamento. Se aproxima a la nevera, saca una cerveza, la destapa y se asoma al balcón.


Carolina Lozada (De: Historias de mujeres y ciudades. Caracas: Casa Nacional de las letras Andrés Bello, 2007)


Ilustración: "Jacqueline sentada". P.P.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos:

Me ha gustado bastante este texto. Hay habilidad narrativa y economía de recursos.
Ahora bien, si nos ponemos con el asunto de géneros (y no de textos), más que un cuento me parece un guión. De hecho, tiene todos los ingredientes para un excelente cortometraje.
En términos generales, noto esa característica descriptiva en lo que he leído aquí en el blog.

Carolina dijo...

Asterión:

Tu comentario me estremeció. Historias vecinas siempre ha estado en mi cabeza como un cortometraje. Veo los planos, los travellings, los personajes mirándose sin saberlo y, mucho menos, sin encontrarse. Oigo la banda sonora, me gusta pensar en bandas sonoras cuando escribo. Amo el cine, ¡Oh, Dios!
Gracias por ese comentario tan estimulante.
Carolina Lozada

Anónimo dijo...

Yo también adoro el cine. De hecho, esta semana me puse a escribir el guión de un argumento-guión-historia-no se sabe qué era que redacté con un amigo hace más de diez años. Pero bueno, como ya hemos comentado, hacer cine en Costa Rica es muy difícil. Tendré que ver si alguien se interesa y además, mirar cómo avanza la industria en este país.

Y vos, ¿tenés interés en llevarlo a la pantalla? ¿Tenés conocidos en el medio audiovisual que quieran trabajar en ello?

Bueno, seguimos. Un abrazo.

Carolina dijo...

He intentado hacer trabajo audiovisual, pero es difícil congeniar con los realizadores. Una cosa es tu personaje en papel, mandado por ti o por él mismo, otra cosa es que un "extraño" tome las riendas del personaje y la historia.
En par de oportunidades intenté mostrar "conatos" de guiones y cuentos "adaptables" a cortometrajes, pero me dijeron que no tenían tiempo para leerlos. Eso pasa con demasiada frecuencia en mi país. Los cineastas no tienen tiempo para leer ni para ver otras películas. Los escritores no tienen tiempo para leer y, a veces, ni para escribir. Somos, ciertamente, un país de poses y sonrisas.
¿De qué va tu historia?

Anónimo dijo...

Aquí te dejo los dos posibles argumentos o premisas que redacté.
En un principio, la idea era un corto, entonces se jugaba mucho con una visión surrealista. Ahora que escribí el guión, he pensado en extenderlo a largometraje. Veremos qué pasa.

Argumentos

N.º 1

Luego de perder a su hija (al menos así logramos entreverlo), una pareja descubre, quizá sin aceptarlo, que ya no existe ningún lazo que pueda unirlos. En este punto, de modo ambiguo, ambos divagan por el mundo de sus propios recuerdos y a lo mejor, quién sabe, esperanzas. Han perdido su sostén en la realidad, pues la muerte irrumpe en sus vidas, de modo fantástico, onírico y grotesco.

N.º 2

Un hombre y una mujer, ajenos al devenir trivial de los acontecimientos, se buscan inconscientemente, pues padecen el dolor de haberse perdido, posiblemente, hace mucho tiempo, en medio de la incomunicación concreta y el paso leve del amor en sus vidas, un amor ahora agotado y apenas perceptible como una quimera, y ellos, incapaces de remediar esta situación, observan a su vez el paso de la vida sin que ésta les corresponda.

P. D. Todos los países, al menos en Occdiente, son nada más que poses y sonrisas. Un abrazo y a seguir.

Carolina dijo...

En tus argumentos existe la presencia de un vacío, de una pérdida de algo que tal vez no existió. Un pasado en forma de neblina. Historias de desolación y ausencia. Algo que muerde el estómago, el corazón. Ese no sé sabe qué. Esa tristeza.
Sigue construyendo sobre ese vacío.
Hasta pronto,
Carolina