Hoy volvieron las golondrinas y con ellas trajeron la lluvia. Hacía días que no llovía en esta ciudad acostumbrada al gris después de las cuatro de la tarde y al amarillo de las flores de sus balcones, plazas y parques. Al principio cae una lluvia mojigata que poco a poco se va haciendo fuerte y con pisadas seguras. Las montañas están cubiertas de ese gris y yo las miro en su bruma invisible, con el deseo de que cuando despeje la nieve aparezca pegada sobre esas moles verdes que encierran esta ciudad.
La lluvia y el frío han empujado a mi vecino a coger su flauta y tocar esa música andina que a mí no me gusta. Música tristona y empalagosa. Prefiero a la loca de mi vecina que a veces le da por poner, a todo volumen, canciones de U2 y Los héroes del silencio. A ella no la conozco pero deduzco que me es contemporánea por el tipo de música que escucha. El flautista sigue con sus notas dulzonas enloqueciendo las golondrinas que atraviesan la neblina sin sentido de un lado para el otro. El cóndor pasa, aquí el cóndor no pasa, los cóndores se extinguieron hace rato, apenas sobreviven algunos pares que trajeron desde la tierra de Mark Twain y que mantienen encerrados en un parque en el páramo. Una pareja de cóndores gringos que de vez en cuando sueltan para que con su vuelo entretengan a turistas maracuchos que viajan desde su tierra para intentar ver las torres petroleras desde la altura de los Andes. Esto no es un cuento, un día estando en Pico El Águila vi cómo uno de ellos observaba la lejanía del horizonte y se preguntaba si desde allí podría divisarlas.
Mi vecino no deja la flauta y lo peor es que es muy mal músico. Me obliga a escucharlo mientras observo un pájaro parado sobre la azotea de un edificio cercano. El pájaro está empapado, creo que debería buscar cobijo si no quiere pescar un resfriado. ¿Los pájaros pescan resfriados? Me quedo mirándolo y pienso que debería volar hasta el hombre de la flauta y pararse sobre ella, luego caerle a picotazos hasta matarla.
La neblina se hace cada vez más espesa, la ciudad se vuelve gris, llorona, fría. Esta es la ciudad del suicidio, así lo confirman las estadísticas. Tenemos cuatro viaductos, uno de ellos relativamente nuevo y otro, el más antiguo, tuvo que ser cercado por ser el lugar preferido por los suicidas. A tanto llegó la atracción por lanzarse desde ese punto que cuando comenzaron a cercarlo con un material poco seguro, bastante endeble para un alicate, hubo quien hizo un hueco y se lanzó al abismo. Hace apenas una semana una mujer se tiró desde el más nuevo, inaugurando así lo que puede ser el presagio de otras muertes inducidas. Esas historias son parte del bagaje cultural de los habitantes de Mérida, yo misma he conocido algunas. Una noche, mientras regresaba sola del cine, me disponía a cruzar el viejo viaducto con destino a mi casa cuando divisé, a lo lejos, un taxi parado en medio de la avenida, poco a poco me fui acercando y vi llegar a miembros de los bomberos y defensa civil. El taxista acababa de hacer su última carrera.
Sigue lloviendo, ojalá amanezcan las montañas nevadas. El flautista continúa con su cantaleta. ¿Sabrá el vecino flautista que el nuevo viaducto ya está disponible?
19 comentarios:
Yo tenía un amigo que era de Maracaibo y tocaba flauta. Me dicen que se mudó para los Andes. De repente es el mismo tipo.
EL flautista de Mérida camina cansino hacia el viaducto llevando consigo tristes canciones de cóndores extintos.Un posible titular de diario.
Melancólico relato de tiempo y música, vecinos melómanos y aves de tejado.
Saludos
Hola Carolina:
No me preguntes cómo pero hoy me he percatado, por casulidad, dela existencia de tu blog. Soy amiga de Douglas y nos conocimos hace algunos años en Cumaná. Yo para ese entonces estudiaba. Algunas veces le pregunté a Douglas por ti luego que te fuiste de la Kuai Mare.
Ha sido un post maravilloso, lo he disfrutado mucho. La verdad es realmente lindo leerte y volver a encontrarte.
Un saludo y un abrazo con cariño, María Inés
yo creo que segun uno va creciendo se da de cuenta de que la tristesa es como un cáncer que no debe desviarnos de la responsabilidad que uno tiene de ser responsable hacia los demás, entre ellas está la responsabilidad de permitir que los demás sean capaces de tocar la flauta sin sugerir que esa persona música se mate, no sé. En verdad me parece muy importante vivir en comunidad libremente sin malos deseos
Anónimo 1: Tal vea sea el mismo man.
Mariano: Gracias por asomarte por estos tejados y comentar.
María Inés: Por supuesto que me acuerdo de ti. La última vez que nos vimos fue en el bar de las tertulias de los jueves. Qué bueno saber de ti. Y muchas gracias por tus comentarios. Saludos :)
Anónimo 2: Conmovedor su comentario, lo tendré en cuenta de ahora en adelante. Amor y Paz. Quizás me meta a evangélica también.
¡Ay de esos vecinos que nos torturan con sus “músicas”¡ Los que me han tocado en suerte pocas veces han escuchado música, y no sé si eso sea un bendición, preferible a esos otros que sí me han tocado, que se dedican a reparar el techo, el carro, a la abuela, las canoas, el desague, la cocina, etc. y martillean todo el día.
Aunque ahora recuerdo uno que me despertaba con música tropicalosa todos los días, y por una fiesta que yo hice una vez, logró que la casera amablemente me pidiera que me fuera a otro lugar a vivir. Ni modo. A ese es al que deberían caerle los pájaros, pero de Hitchcock.
Me ha gustado mucho el texto, me he divertido, entre esa nostalgia y cierta “imposibiidad”, entre lo trágico y lo irónico. Noto la agudeza de tus reseñas, la pluma narrativa y tu lirismo, todo conjugado.
“Aquí el cóndor no pasa”, jeje, muy bueno.
Saludos.
Asterión: Hace menos de una hora le prometí al anónimo II moderar mis malas intenciones y vivir bajo los preceptos comunitarios del amor y de la paz, pero tú me sales con este comentario tan bueno: "A ese es al que deberían caerle los pájaros, pero de Hitchcock.", que no puedo mantener en pie mi propósito de ser una buena persona, comprensiva con los vecinos insufribles.
Lo siento anónimo II, esto está muy bueno y me muero (dije muero) de la risa: "A ese es al que deberían caerle los pájaros, pero de Hitchcock".
El primer anónimo.
Entre flautas, pájaros y con malos deseos te veas Carolina.
Tapo.
Hola:
De acuerdo con Asterión en la frase "aquí el cóndor no pasa". Es un gusto encontrarse así, de repente, con el humor en el texto.
En todo caso, no sé si lo que explicas es real, y en ese caso es una aguda percepción la tuya, o si es inventado, y entonces es la fabuladora la que gana la marca. Pero, sea cuento o reflexión, me ha gustado mucho. Mucho, mucho. Y tiene un raro equilibrio, además, que te lleva con suavidad desde el inicio a la conclusión. Y después te deja pensando.
Muy bueno, insisto.
Un saludo!
Podrías vengarte tocando, no sé, la pandereta. Además, por qué dejar a este tipo de la flautica el privilegio de hacerles la vida miserable a los vecinos con sus dudosos talentos. Tal vez hasta le guste y se calle esperando tus horas de percusión. Y ganes popularidad entre los tapiados vecinos.
Aquí, Carolina, los vecinos no son tan generosos de este modo, no comparten sus gustos musicales con frecuencia. De vez en cuando sí oigo la gaita (escocesa, no zuliana) de alguien que vive como una cuadra. Pero es muy placentero. Los pajaritos, que no reconozco aún por el canto, están a la orden del día. Lo que sí fastidia son los vecinos-jardineros que en días de sol sobre todo, se la pasan poda que te poda con su juguetería de implementos.
Por estos lados también hay su viaducto para suicidas, secreto a voces: nunca lo han cerrado, está ahí, tentador (punto de vista del suicida), céntrico, vertiginoso. Una caída como de cuarenta metros al lago Union. Después de todo, es probable que también paguen sus impuestos puntualmente, con lo cual los asiste el derecho de escoger entre la vida y el salto. Esto lo digo con todo respeto, debo advertirte.
Un par de cosas, para añadir al comentario anterior:
1) Una correción: "...(escocesa, no zuliana) de alguien que vive como una cuadra". Quise decir "como a una cuadra".
2) Si te gusta Les Luthiers, y si estás de ánimo, no te pierdas el vídeo al que te llevará el vínculo:
http://www.youtube.com/watch?v=htqHWZ2zi9Q
A mi parece que, su escrito esta muy bien, como texto es una cosa escrita con gusto por alguien con dotes de narrativa y sensibilidad de artista aunque, a lo mejor a la final su critica a la persona que tocaba la flauta, no es como asi como totalmente justa si se piensa que a lo mejor esa persona, tenia necesidades de expresarse por medio de la musica como hacemos todos en cualquier momento aunque, sea en la ducha como hacemos todos y cada uno de nosotros en cualquier momento de nuestro día, pero disfute mucho de su escrito en esta oportunidad, gracias.
El texto me parece de muy buena calidad. Bien narrado. Pero lo del músico que ojalá se suicide al final, pues me parece un poco ocioso, cuando no lugar común.
Por favor notá, Carolina, que no te estoy haciendo un comentario de tipo moral (eso se lo dejamos al anónimo #2). Lo que señalo, me parece, es de tipo literario. El deseo de que el engorroso vecino se suicide afea el texto en lo literario, como ya dije, por ser solución o desenlace un tanto lugar común. Debo agregar que esto se realza mucho por la gran calidad del texto en general.
Un abrazo.
Lo del maracucho divisando las torres petroleras desde lo alto de las cumbres andinas venezolanas es un imagen como para imprimirla en el escudo nacional, o por lo menos en el escudo regional del Zulia. Yo estoy obsesionado con la violación de Lila Morillo encima de una plataforma petrolera del lago de Maracaibo, pero eso es otra cosa. Y sí, claro que los pájaros pescan resfriados, a los pollos les da una gripe mortal, recuerda? Es triste que la vida acabe en una puta gripe. La última imagen de tu texto me recordó, Taxi, ¿de Carlos Saura? Creo que sí, ¿no?
Lluís:
Casi todos los elementos de este texto son reales. Los vecinos existen, también sus hábitos. Los fans del vértigo se siguen lanzando. Los cóndores no pasan; los maracuchos sí. Gracias Lluís por tus detalles.
Avilio:
Yo ni pandereta toco, lo hacía en el kinder y seguramente tocaba muy mal porque nunca me llevaban a ningún evento, ni siquiera a los homenajes del día de la madre.
En cuanto a la gaita escocesa, tuve un amigo que le gustaba ese tipo de música y se gastó un dinero en comprar el instrumento (tan bonito, además, digo el instrumento) y el pobre no tenía ni idea. Así que pobres sus vecinos. Pobres.
Otro anónimo:
A ustedes ya no sé qué decirles.
Alexánder Obando:
Vale tu comentario sobre lo que no te gustó y gracias por hacerlo. Pero lo que más me gustó, en líneas generales, de tu intervención fue tu aclaratoria de que no es un comentario de tipo moral, que eso se lo dejamos al anónimo número 2. Me da risa, al anónimo le toca hacer el trabajo sucio.
Valle Gustavo:
Lo tuyo con Lila Morillo es una aberración. Puro porno regional. Pienso en la banda sonora de esa escena (el cocotero) y me dan escalofríos. Lila, sus cocos, la mecha petrolera, el Puma. Escalofríos.
En cuanto a Taxi, no sé de quién es y tampoco la he visto, pero ahora estaré pendiente para buscarla por ahí.
A todos, gracias por pasar por estos tejados. Gracias, hasta a los anónimos.
Me encantó, carolina, abordas el tema del suicidio a través de una situación que quizá me parece más psicológica de lo que es, pero que me remitió a pensar en cuando uno desea que el perro que ladra cada noche y que no lo deja dormir, amanezca un día envenenado o algo... (cosa que, en nuestros cinco sentidos, sería impensable).
Esas situaciones existen, desde luego.
Me llevó a esto, sobre todo, la idea del pájaro silenciando la flauta a picotazos.
Muy bueno, creo que ni sobra ni falta nada.
Volveré para leer el más reciente. :)
¡Un saludo!
Hola, Andromeda, se escribe lo que se puede :) Gracias por volver.
¿Los pájaros pescan resfriados?
No, el cerrar sus alas evitan que se mojen a menos que lo quieran, cuando se enferman, no es un resfriado, es una enfermedad pulmonar severa que los mata a los pocos dìas.
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