viernes, 28 de octubre de 2011

El 13



El volumen 13 de Las Malas Juntas casi coincide con la celebración de Halloween, por un poco y salimos en la noche de brujas. Les invito a hallar los recuerdos en las "Gavetas que no se abren", un cuento de Liliana Lara; pasen y encuentren su propio clon de Fidel Ernesto en el cuento de José Urriola "Los clones del mañana"; vean qué hacen dos lesbianas, un desempleado y dos amigos que aspiran cocaína en el cuento de Luis Chaves "Méndez y Jota"; busquen la persona en los poemas de Luis Moreno Villamediana; bajen hasta el sótano de Alfredo Trejos. Y, por último, no se pierdan un episodio de la vida en pareja de Caperucita Roja y el Lobo, gracias a la viñeta de Paio Zuloaga.

viernes, 21 de octubre de 2011

Sentencia de arena


El dictador soñó que guiaba un ejército victorioso sobre una vastedad de enemigos invisibles. En combate interminable, los soldados enloquecidos de patria, se mataban entre sí. Él los vitoreaba por su feroz valentía. Entre gritos de sangre, el desierto hizo de los cuerpos agónicas figuras de arena. El viento las deshizo en meras partículas. La soledad del silencio apagó los gritos.

Al despertar, el gastado dictador vio cómo el reloj de arena colaba, grano a grano, cada soldado muerto. Frente a él, un juez lo sentenciaba a la prisión de sí mismo, encadenado a la eternidad del desierto.

martes, 4 de octubre de 2011

El señor cabeza de huevo


Odiaba al señor cabeza de huevo, conocido por todos como Humpty Dumpty. Alguna vez intentó rajarle la cabeza, pero Humpty había construido un muro alto y poderoso, desde donde su enemigo se veía a la distancia de un vulgar insecto rastrero. Del otro lado del muro, el señor cabeza de huevo se reunía con poderosos personajes que gustaban hacerle compañía, con el escondido deseo de que Humpty Dumpty construyera inalcanzables muros para ellos habitarlos.

Pronto, el mundo de Humpty Dumpty se rodeó de muros, nunca tan altos como el suyo, pero lo suficientemente elevados para no pisar el suelo, allá abajo, donde el odio se veía tan esmirriado, tan insignificante.

Humpty Dumpty había soñado con ser un Fabergé, pero el tiempo le hizo comprender su amarga condición mortal. El tiempo descompone la vida de un huevo, lo va pudriendo. El huevo oscuro, maloliente. Ahora él sabía que estaba empezando a heder, que estaba perdiendo ese brillo amarillo que, cual riqueza, conquistó a tantos. Adentro, el amarillo era casi fecal. Humpty Dumpty, te estás pudriendo, le gritaba desde abajo su viejo enemigo. Humpty Dumpty, baja del muro, el suelo te espera. A pesar del deseo del enemigo tan poca cosa, el cabeza de huevo no se dejó caer, él prefirió descomponerse, echarse a perder por dentro, hasta que un día su cuerpo no pudo más y reventó, todo él hecho pus, todo él pura mierda.