viernes, 1 de mayo de 2009

Vida con perros... y con gatos también

La primera vez que vi a Atenea ella estaba dormida y metida dentro de una cajita. La despertaron mis cursis ronroneos rendidos ante su dulce presencia. Tiempo después, cuando me encontré a una perra marrón abandonada en una fría y solitaria carretera del páramo no pude menos que recogerla y abrigarla entre mis brazos. Durante varios días la perra marrón vivió conmigo sin tener nombre propio, me negaba a nombrarla de algún modo porque me decía: si le pongo nombre se queda conmigo y la idea original era buscarle casa. Pero pasaron semanas y pocos estuvieron interesados en hacerse responsables de una perra marrón y sin alcurnia. Un domingo me desperté, la vi al lado de mi cama, me miró y le dije: Sol.  



Debido a mis constantes mudanzas Sol y Atenea ahora viven con mi madre. Ellas, junto a Coco, son la sustitución de los nietos que no pienso darle a mi querida progenitora. La historia de Coco es bastante conmovedora: un perrito negro y pequeño que andaba en la calle sufriendo todo tipo de maltratos (fue atropellado por un auto, en una pelea perdió un colmillo y tenía que soportar las patadas y burlas de algunos miserables). Coco olía muy mal y siempre andaba merodeando por ahí. Mamá lo alimentaba en las afueras de sus dominios hasta que poco a poco fue haciéndose de la casa. Ahora Coco duerme a sus anchas, perdió sus temores y pudores iniciales  y es tan señor de la casa que es muy común verlo dormido boca arriba con las patas de lado a lado.    

Hace años llegó un gato pequeño, blanco y amarillo. En mi familia nunca habíamos tenido gatos, nuestra debilidad siempre han sido los perros, pero ese gato amarillo nos enganchó con su ternura. A mí se me ocurrió nombrarlo Don Gato, y así se llamó hasta que se fue. Un día Don Gato, adulto y apuesto, llegó con un pequeñito igualito a él. Nos conmovió su responsabilidad paterna, al pequeño decidimos llamarlo Benito, como el más pequeño de la pandilla. Alertada ante el número de gatos pertenecientes a la pandilla del gato animado mamá decidió no aceptar nuevos animales, así que nos quedamos con este par de hermosos felinos.

Tengo muchas historias con animales, tantas que podría hacer un post con cada una de ellas. Ahora recuerdo al entrañable Lautréamont, nuestro perro de la Escuela de Letras, un viejo mucuchies, blanco y hermoso, la mascota oficial de “Los verdes” (nuestra sociedad de ecologistas, mariguaneros, protectores de animales, sembradores de árboles). Cuando Lautréamont murió se le hizo un entierro muy a tono con  nuestras actividades en el bosque de la Facultad de Humanidades y Educación, fue enterrado en el centro de tres árboles, en el corazón de los rayos del sol.

Toda persona que camina conmigo está acostumbrada a verme diciéndoles “hola” a los animales que nos cruzamos en nuestros paseos. Es parte de mi conducta animal. Con los animales me he llevado mejor que con muchos humanos y esto suena a lugar común, pero es cierto.

Cuando voy de visita a mi casa materna Atenea, Sol y Coco salen a recibirme con el mismo amor de siempre. Sol, como es el centro del universo, me coge de la muñeca con su hocico para que me dedique a ella por completo, mientras Coco da saltitos alrededor y Atenea da saltos que llegan a mi rostro. Cuando me siento frente al computador ellos se echan a mi lado y me acompañan mientras escribo. Hace años cuando escribía un libro, que ahora está en proceso de publicación, me impuse un horario madrugador: escribía a partir de las 4:30 a.m. Durante par de meses me levantaba a esa hora y mientras la computadora se encendía ponía a hacer café y ahí mismo iban levantándose mis adorados perros a hacerme compañía. Ellos son parte de ese libro.


En estos momentos no tengo perros viviendo conmigo, pero sí estoy rodeada de gente que los tiene. Gabi tiene a Lulú, una perra salchicha con ínfulas rusas (ella cree que ladra en ruso), heredera de la familia Nabokov. Tiene a Lucas, el hermoso y juguetón compañero de Lulú. Luc un bóxer simpático y muy dado a las ventosidades. Turco, un bello perro homosexual de ojos claros. Carlota, una cachorra venida de la madre patria, Canuto y sus temores a la lluvia. Sally y sus bonitas patas blancas, Oti y su vejez ciega y reposada. Paco y su rostro escondido entre tantos pelos, Dana y su odio a Onetti (rompió  con ferocidad El astillero).  Muñeca, la querida Muñeca, viviendo con Napo, un buen verde.

Este post no estaba previsto, surgió cuando leí una nota sobre el gato Fidel en la BBC. Fidel es un gato lector, como el gato de Adela.



7 comentarios:

Patricia dijo...

Yo ahora vivo con Tita, un gato negro que me cree una Diosa, porque estoy con él desde que nació. Le gusta sentarse en mi regazo mientras tecleo en el ordenador y a veces escribe sus propios textos el lenguaje felino.
Añoro a Isis y a Gordi (sus padres) y también a Tor, el schnauzer gigante que llegó a mi vida siendo un cachorro una noche de tormenta y que se quedó mi ex. ¡Cuanto he llorado por ese perro! En fin, entiendo tus sentimientos perfectamente. De hecho, mis cuentos están llenos de gatos y de perros. Es mi manera de homenajearlos.

Un abrazo!

mario skan dijo...

En casa está la gata blanca y negra cual camiseta de la Juve que por capricho del lenguaje y a la naturalidad de la gata por salir a cagar entre las plantitas de mi cuidado jardín y luego ingresar como si nada, bauticé "cochina de puerca", una boludez total, es que la relación con los animales te mete en otra sintonía, después está Gandolfo mi perro de fantasía ( cuando digo mio me refiero a toda mi flia)que vive encadenado al ánima y eso me llevará camino al infierno, los dos animalitos son muy copados y sensitivos al mango.
me gustó tu post y todavía me quedé pensando en el anti-onetti-

saludos

Avilio's Island dijo...

Carolina,

Dicen que al Luc le tocó la desdicha por destino. Lo que sigue es una historia de llorar a moco tendido: para empezar, nació el 11 de abril de 2002. Destetado prematuramente, fue a dar cachorrito a una caja de coca-cola tamaño familiar, en el solar de una casa, donde lo mantuvieron reo de la soledad, la sed y el hambre por un día menos de lo que le hubiera tomado quedar mudo para siempre. Una vecina se percató de ese Guantánamo en pleno El Vigía, y milagrosamente lo rescataron, reembolso mediante. Todavía flaco, pero bastante recuperado en comparación, se encontró con un padre afectuoso, que lo abandonó apenas le había inculcado el vicio de salir a correr por el campo por las mañanas. Desde entonces, como la doncella cautiva de una novela gótica, cultiva la flatulencia. Yo en su lugar haría lo mismo, en señal de protesta ante el supremo.

¿Qué me le hicieron al Turco?

Saludos,

Avilio

Avilio's Island dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Avilio's Island dijo...

No el 11 sino el 12 de abril.

Carolina dijo...

Hola, Olivia, saludos a Tita. Por cierto me gusta mucho una de las canciones que tienes en tu blog: "Fais-moi mal, Johnny", así que me fui a Youtube y bajé el vídeo. Me gusta ese ritmo swing de la canción.
Mariano:
No seas malo con cochina de puerca :). En cuanto a la anti-Onetti es una perra poodle, se llama Dana, y pertenece a una amiga (aspirante a Miss) que cuando tenía prácticas de modelaje y esas cosas me dejaba cuidando a su perra. Las dos hacen el dúo dinámico: la miss y la poodle. Una mañana al regresar de hacer unas compras en el mercado me encontré a Dana sobre "El Astillero". Había roto la portada y mordía con ferocidad el destino de Larsen y Santa María.
Avilio:
Luc es una ternura a pesar de sus ventosidades. Con decirte que Lucas le busca pleito y Luc se hace el desentendido. Lucas es como el perro mafioso de las comiquitas. Una especie de líder en tamaño pequeño. En cuanto al Turco: es un perro hermoso. No le han hecho nada, sólo que él tiene sus inclinaciones sexuales. Aunque alguien me corrigió: Turco es bisexual.
Saludos a todos y a sus mascotas.

RebecaTz dijo...

Recibo los saludos al lado de mis dos gatos, cuyas historias también son lindas. :)

Abrazos.