domingo, 26 de febrero de 2012

Hola, me llamo Amy


"Limbus", Dino Valls

El problema es que te quedas callada; en realidad no callas, pero siempre dices lo mismo, eres como una máquina repetidora de frases. Y soy yo el que reclama, el que grita, el que te confiesa “Amy, te amo”, el que queda como un loco, en la intimidad y frente a la gente. Bien sabes que la locura es poca para adjetivar mi amor por ti. Lo supiste desde esa primera vez que nos vimos a través de una pantalla y te dije: “eres mi amor, mi elegida”. Lo supiste desde el principio, tenerte conmigo no fue fácil, traerte implicó un largo viaje que te dejó exhausta y sin habla al pasar por la aduana. Al verte tan extraña, ciertamente exótica, los funcionarios trataron de intimidarte y tú no comprendías su lengua y te quedaste muda, un poco inerte. Sé que aprovecharon tu desamparo, y hasta trataron de propasarte contigo, pero yo hacía lo que podía, querida, los funcionarios públicos tienen oscuros poderes. Tal vez pensaron que llevabas drogas en tu organismo y quisieron ponerte nerviosa, suele pasar.
Y tuve que hacerme responsable de tu estadía en el país, llenando tantos papeles, firmando aquí y allá, ¿por qué es tan sospechoso alguien que trae a una mujer extranjera a vivir consigo? Los maldije en silencio, mientras tú me mirabas con tus ojos brillantes, con tu boca callada. “¿Dónde se conocieron? ¿Cuánto tiempo la tendrá consigo?” Nos conocimos por internet y pienso tenerla conmigo siempre o hasta que el desgaste nos separe. Nos casaremos y seremos felices, les dije sin mirarlos, sin importarme que hicieran un reporte acusándome de altanería. Sin detenerme a escuchar los susurros y las risas burlonas que provocó mi manifiesto amoroso. Firme aquí y llévese  su amor, y ya sabe: no cause problemas. Malditos, ¿acaso el amor es un problema? (...)

viernes, 10 de febrero de 2012

Extrañas juntas


Las Malas Juntas acaba de sacar su número 18, en donde encontrarán tres poetas, un cuentista, un chikân y una aberrada que le gusta observar a los elefantes mientras orinan. No sean tímidos, pasen y lean. 

miércoles, 4 de enero de 2012

Diálogo entre mesa y sombrilla

      -Es muy raro que no se haya devuelto. ¿Hace cuánto se fue?
-           Una media hora más o menos; tal vez no quiera saber nada más de nosotros. Se hartó.
-           Estamos claros que las discusiones las comienzas tú.
-           Sí, y tú las callas con tu indiferencia; así no se puede.
-           Ella debería estar de vuelta.
-           Ves, discutir contigo es como hacerlo con una máquina de coser con una sombrilla encima.
-           No sé a quién se le ocurriría esa imagen.
-           A mí tampoco y ni me importa. Me gustaría que aclaráramos nuestra situación.
-           Hablamos de eso cuando estés más relajado.
-         ¿Más relajado, dices? Será muerto, sólo así me relajaría contigo. Eres capaz de sacar de quicio hasta a un santo.
-           Eso depende del punto de vista. Yo me siento bien, relajado. Quizás un poco inquieto porque me parece muy raro que ella no esté de vuelta. ¿Le ocurriría algo?
-           ¿Qué le va a estar ocurriendo? Ella sabe su camino. Déjala quieta. Lo nuestro es grave.
-           ¿No te parece grave su ausencia? ¡Eres un insensible!
-       Ja, lo que faltaba, el colmo de la ironía. Un robot me tacha de insensible. ¿Sabes qué? Ya no quiero continuar este diálogo de sordos. Vete al infierno.
-         ¿Adónde vas?
-           ¿Qué te importa?
-          Es que pensé que de pronto te ibas a meter al agua. Y se me ocurre que la podrías traer de vuelta.
-          ¡Bah, imbécil!


La ola regresó unos minutos después, arrastrando consigo una máquina de coser y una sombrilla amarilla; ambos objetos separados.

Ilustración: Robert and Shana Parkeharrison

viernes, 16 de diciembre de 2011

Libertad Queen



"Nació errada; ella no: su cuerpo. Lo suyo había sido equivocaciones desde el principio, allá en la isla; la patria de la que sería más tarde una proscrita. Su padre la presentó en una pequeña prefectura, cuya ventana daba al muelle donde se divisaba un gran grupo de ciudadanos indeseables que salían del país por orden militar. El progenitor nunca pensó que su pequeño correría la misma suerte. No tenía porqué salir del país, él y su familia trabajaban con el esmero y la tranquilidad de quien no se interesa en asuntos políticos. Esa mañana en la prefectura, el padre parado frente al escritorio tuvo que llamar la atención de la secretaria, que espiaba desde la ventana de metal, marrón y carcomido, el desarrollo de los hechos. La secretaria atendió el llamado como quien deja de ver un partido de fútbol en semifinales, a escasos cinco minutos de terminar el juego. Ella le ofreció una sonrisa por disculpa y le comentó que estaban echando a las maricas. A las maricas, a las putas, a los delincuentes, a los locos, a los sinvergüenzas y a todos los bichos de uña —extendió la lista el hombre que esperaba ser atendido—; están limpiando la isla —remató—."
Si quieren seguir averiguando vayan a Las Malas Juntas, ahí estamos. 
Saludos solitarios.  

martes, 6 de diciembre de 2011

Razones de Luis, de por qué Luis



Filosofía perenne

¿qué sujeto eres, cómo sabes cuando eres el sujeto, que eres, qué sujeto te sientes, donde allí te sujetas, desde cuándo, si te agarras, sujeto, a tu historia

Y cómo la pronuncias, pones la boca cerca, la parte alta más pegada a la base, el labio con el labio, tan juntos que apenas se escucha

La historia del sujeto, que cae

Y cómo cae, cómo el sujeto cae, desde un avión, si cae desde un avión, en la llegada, como rodando cae, si cae, como un talud se cae, con maletas se baja, como cayendo de un avión, con prisa

El sujeto cayendo para contar su historia

Y en qué exacto lugar del destino se golpea, o en qué lugar del cráneo, o de la espalda, en el destino, siquiera momentáneo, donde no se es oriundo

And this shit es qué mierda en qué parte de esa historia qué cuentas, of what disaster is this shit the imminence,

en esto la inmanencia qué rol juega, cuál es el papel de la ñoña, la jeta, la confianza, en la historia que cuentas

con la letras minúsculas

de lo pequeño tuyo, sujeto qué sujeto

sujeto dónde sujeto cuál sujeto

el tema el objetivo la cascada

el inicio el lomo cruzado de heridas wounds en esa lengua

donde caes dónde caes?

Luis Moreno Villamediana

lunes, 14 de noviembre de 2011

Muchacho querido o te maté porque te pusiste cómico



Te cuento que es extraño recorrer la ciudad haciendo tanto ruido, si por mi fuera le pediría a los oficiales que apaguen la sirena, que ya está, que yo no me voy a escapar, que palabra de patrón, que tranquilos, que todo normal. Tanto ruido por alguien que se ha condenado a sí mismo. La humanidad siempre tan histriónica. Recuerdo los rostros, los gritos de la escena: todos parecían cantantes de ópera. Lamento haberte manchado la camisa nueva, creo que varios botones cedieron ante el forcejeo; suele pasar, siempre más de uno sale lastimado.

Tengo ganas de fumar, es raro porque yo no fumo, debe ser la ansiedad. Sí, eso es. Cuesta estar tan quieto, me gustaría hablar, y no es que no pueda hacerlo, los oficiales que me acompañan no me intimidan, de hecho fueron muy amables cuando me apresaron. Y no podía ser de otra manera, llevan al benefactor preferido de la ciudad, de esta ciudad tan conservadora. El camino es largo, sobre todo si el tráfico está trancado, podría hablar con ellos, pero de qué. ¿De qué se habla con un policía? ¿De Cuatro Crímenes, Cuatro Poderes? ¿Acaso de boxeo? Prefiero quedarme callado y que los custodios tengan la gentileza de no encender la radio. Mi abuelo siempre contaba que en época de guerra, él era el único del lugar que tenía radio y que al final de las tardes los vecinos de confianza se acercaban a escuchar los reportes bélicos. Oían en silencio, con los sombreros en las manos, como si estuvieran escuchando misa.

Hay mucho tráfico y hace calor, el calor te abrasaba las mejillas, querido muchacho. Los oficiales aceptaron apagar las sirenas, se los pedí de buena manera, no titubearon en obedecerme, tienen conciencia de subordinados. Hasta fantaseo con pedirles que me dejen en algún lugar. Deténganse, por favor, yo me quedo aquí. Y uno de ellos me quitaría las esposas, no sin decir: cómo usted ordene, señor. Y yo agradecería con mis mejores modales, me despediría con una fría indiferencia y caminaría un poco para tomar aire, con el garbo de quien es dueño de la situación. Seguramente los oficiales se irían pero no me abandonarían del todo, temerían por la seguridad del Don, del Jefe, del Señor, del Amo. Ellos me escoltarían hasta donde mis caprichos me llevaran.

Mis caprichos me llevaron hasta tu piel joven, incitante, hasta tu rostro cuya belleza sólo era superada por Björn Andrésen. Bastó ese rostro para producir el morbo, la indecencia y una insoportable adicción. ¿Para qué nos vamos a hacer los interesantes? Te sometiste al juego del mancebo en manos del hombre poderoso y complaciente. Una caballeriza es un romántico lugar para encontrarnos, dijiste esa mañana sin pudor alguno, lo dijiste con la altivez de quien se sabe dueño de la conquista. Ni siquiera bajaste los ojos, me miraste de frente, no te tembló nada. Ya me habías pillado espiándote en tus tareas cotidianas, en tus labores desgraciadamente heredadas; aunque en realidad, tú merecías pertenecer a otra clase, ni siquiera tu fenotipo era parte de los tuyos. ¿Acaso no eras una aparición? ¿No lo fuiste siempre?

Desde ese día en la caballeriza, fuiste moviéndote con la gracia de un divino sinvergüenza que sabe que su rostro y todo su cuerpo tienen al mundo a la altura de sus rodillas. Desde el principio intuí el peligro, pero acaso la intuición me detendría. Jamás. Me dejé llevar a tus rastras, querido muchacho mío.

El escándalo fue menguado ante el temor que produce el poder. Y tú, oh joven señorito divino, te fuiste vengando en nombre de todos los tuyos, generación tras generación sometida al amo, a mande mi señor. El guión es el mismo de siempre, señores, aquí no les traigo novedad alguna. Fue una dulce temporada en nuestro infierno. Habías nacido fuera de la casa del señor, a la que en honor a tu belleza, debiste pertenecer siempre. Te valiste de tu astucia y de ese inmisericorde rostro de deidad diabólicamente hermosa, para entrar a la casa y a las piernas del señor. Y jugaste al rol del mancebo, el papel que te tocaba. Lástima que fueras tan inculto para no saber de pactos, de tragedias. Y comenzaste a abusar de tu poder de mortal. Y este hombre curtido de antecedentes trágicos, sabía que te me escapabas de las manos. Y tanta soberbia heredada no se iba a doblegar completamente ante los berrinches de un joven fatalmente hermoso, mucho menos se iba a amilanar ante la burla, ante el postín de la muchacha que se estaba metiendo en cosas de hombres. Pobre desgraciada, espero hayas aprendido la lección.

Ah, muchacho querido, es una lástima haberte manchado la camisa de seda italiana. Ah, pobre muchacho mío.

Ilustración: Squeak Carnwath

sábado, 5 de noviembre de 2011

Una de la secta de los media lengua

En principio iba a ser una entrevista para un documental sobre "mujeres creadoras". Me tocaba grabarme diariamente y hablar sobre lo que hago. Por contratiempos y otras cosas, el documental no se terminó de llevar a cabo y en estos días me topé con los videos; así que decidí colgar uno de ellos. Como se darán cuenta, pertenezco a la secta de "los media lengua"; me trago las erres en algunas combinaciones. En la escuela se burlaban de mí y me pedían que dijera: "tres trenes traen cigarros" y otros tipos de combinaciones trabalenguas. En consecuencia, un día quemé la escuela, con todos adentro. No, mentira, pero sí los maldecía y maquinaba mis venganzas con un prematuro humor negro. Es que yo crecí con la ponzoña en el ojo.
Cortázar también pertenecía a la secta, pero él se hacía el francés y simulaba unas erres francesas.
El video está cortado porque en esa oportunidad se agotaron las baterías. Comprobarán que no termino de formular lo que iba a declarar y mi rostro queda arrugado, como si estuviera arrecha. ¡Zas!