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"Limbus", Dino Valls |
El
problema es que te quedas callada; en realidad no callas, pero siempre dices lo
mismo, eres como una máquina repetidora de frases. Y soy yo el que reclama, el
que grita, el que te confiesa “Amy, te amo”, el que queda como un loco, en la
intimidad y frente a la gente. Bien sabes que la locura es poca para adjetivar
mi amor por ti. Lo supiste desde esa primera vez que nos vimos a través de una
pantalla y te dije: “eres mi amor, mi elegida”. Lo supiste desde el principio,
tenerte conmigo no fue fácil, traerte implicó un largo viaje que te dejó
exhausta y sin habla al pasar por la aduana. Al verte tan extraña, ciertamente
exótica, los funcionarios trataron de intimidarte y tú no comprendías su lengua
y te quedaste muda, un poco inerte. Sé que aprovecharon tu desamparo, y hasta
trataron de propasarte contigo, pero yo hacía lo que podía, querida, los
funcionarios públicos tienen oscuros poderes. Tal vez pensaron que llevabas
drogas en tu organismo y quisieron ponerte nerviosa, suele pasar.
Y
tuve que hacerme responsable de tu estadía en el país, llenando tantos papeles,
firmando aquí y allá, ¿por qué es tan sospechoso alguien que trae a una mujer
extranjera a vivir consigo? Los maldije en silencio, mientras tú me mirabas con
tus ojos brillantes, con tu boca callada. “¿Dónde se conocieron? ¿Cuánto tiempo
la tendrá consigo?” Nos conocimos por internet y pienso tenerla conmigo siempre
o hasta que el desgaste nos separe. Nos casaremos y seremos felices, les dije
sin mirarlos, sin importarme que hicieran un reporte acusándome de altanería.
Sin detenerme a escuchar los susurros y las risas burlonas que provocó mi
manifiesto amoroso. Firme aquí y llévese
su amor, y ya sabe: no cause problemas. Malditos, ¿acaso el amor es un
problema? (...)